¿Cuáles son los materiales que tengo para poder experimentar la realidad sanamente?

Texto por Cata Amaire

¿Qué sería una realidad sana?

En los términos de mi propia condición y concepto de realidad, intento estar sin la ansiedad, el cansancio, que me provoca el estar en “la realidad”. De ser corpórea. Tener necesidades. Hago arte porque me es necesaria. No porque le vea una utilidad como capital inherente a la obra objeto. Y creo que es intuitiva esa necesidad, para delimitar el “objeto de estudio”. Intentar comprender la realidad desde esa corporeidad que tanto me pesa. Vivo en una corporeidad que en la Edad Media fue fortaleza. Eran incontables las batallas y las luchas. ¿Quién tenía el poder de las tierras? Nadie estaba muy seguro, pero había que defenderlas. Ejércitos se veían desde las torres más altas. Donde las princesas exiliadas dejaban crecer su cabello y trenzaban toda clase de historias. Las peores de todas eran las guerras que llegaban a los murales de los futuros reinos. Cuando los cuentos goteaban en las cavernas subterráneas.

Así que esta es la historia:

Nunca es posible salir de la fortaleza sin tener que pelear. Sin tener que volverte el estereotipo que te toca según en qué cuerpo y en qué tipo de experiencia social te ha tocado por “derecho” de nacimiento. Alrededor de la mesa redonda no todos dan su opinión. Ni siquiera es posible pensar que otres entren al círculo selecto de personas que pueden pertenecer a las diferentes instituciones que estereotipan el espacio social que un cuerpo debe ocupar. Es decir, básicamente, si soy mestiza de tez oliva, con un buen pasar socioeconómico, del salvaje y barroso Sur, puedo entrar en ciertos espacios y de ciertas maneras. Ya no hay materiales para continuar la vida sin tener que salir. En la Iliada, el mayor problema de Troya no fueron los diez años asediados lo que permitió su caída. Sino que finalmente se relajaron, comieron y bebieron cuando los barcos se fueron tras la peste.

¿Cuál es la libertad en la fiesta?

Sí, en la fiesta, los límites y esquemas se disuelven, toda libertad queda balanceada por la mirada del otro. Troya supo cómo, alrededor de la estatua de madera que como vencedores se merecían. ser el material de toda conquista. La fiesta. Los rituales, para que ninguna deidad esté celosa, ni enojada, y podamos vivir espiritualmente una vez más. Intuitivamente ser Cassandra y ver cómo Troya cae por abrir las puertas. Tomar cada bebida del menú. Y ver cómo todo se cae, hasta quedar cautiva. ¿Cómo escapar del beso de Apolo, frío y desagradable? ¿Por qué Apolo no podía aceptar el no y ya? Siguiendo las tradiciones heredadas (en mí) por el catolicismo, pienso que si a Caín se lo puede llamar “el rey de los ladrones” a Cassandra la deberíamos llamar “la reina de las mentirosas”. ¿Les quedaba otra que ser eso bajo los designios divinos?

¿Hay alguna forma de hacerlo, de salir finalmente del “techo de cristal”, de “vivir en torres a la espera”?

La única forma de salir de las murallas para Cassandra fue la obediencia ante sus captores. Pero esa no es una solución “sana”. Negar haber matado a tu hermano ante la mirada irascible del padre omnisciente, tampoco lo es. La pregunta sigue siendo la misma que al principio. ¿Qué hacer con la materialidad de una realidad que todo binarismo deriva en mentir o robar? ¿Hay alguna forma de hacerlo, de salir finalmente del “techo de cristal”, de “vivir en torres a la espera”? Obvio, no me cabe duda. Pero no sé cuál es esa forma. ¿Esta es la forma de jugar con los materiales de los que se me han proveído dentro de la fortaleza que prefiere no mirar por si la batalla se convierte en guerra?
Por ello, cada palabra debe ser un ladrillo. Cada ruina debe ordenarse para que finalmente podamos construir la sociedad tan anhelada. Vivir sanamente no lo entiendo como algo que es meramente comer bien, hacer ejercicio, sino el no estresarse.

Actualmente, todos nos estresamos.

No hay, en las ciudades, la posibilidad de escaparse de las contaminaciones tanto lumínicas como auditivas, que desesperan a más de une. Pero no parece haber ninguna mutación o transformación estatal que vaya en pos de considerar una vida menos llena de construcciones humanas para darle paso un poco más a las construcciones naturales que no podemos manejar. Son completamente salvajes y toda la civilización se ha basado en el presupuesto de que es lo salvaje lo que hay que domesticar.
Por todo esto, las manifestaciones históricas debemos leerlas, reconocerlas, hacerlas propias para comprender las estrategias con las que el ser humano mismo viene lidiando. Y comprendernos entes cavernarios, porque a pesar de que actualmente tenemos estas construcciones “casa”, “departamento”, “habitación”, hemos vivido muchísimo más tiempo junto a la naturaleza. Esta discontinuidad que nos han impuesto desde los discursos hegemónicos y elitistas que debemos comportarnos como seres civilizados es una falacia por no decir mentira.

Ya han quedado marcados por las divinidades en contra de su voluntad.

Asimismo, vernos como intuitivos; atraer nuevamente el lado femenino a todos los estratos de los que ha sido desgarrada, permite una visión más equilibrada de lo que verdaderamente somos como humanidad. Vivir sanamente es imposible dentro de la soledad, porque somos también entes sociales. No importa dónde estemos, tenemos lenguaje y hemos globalizado el planeta, porque somos seres que necesitamos de las conecciones interpersonales y no podemos dirimirlas.
No importa si santificamos a Cassandra o a Caín, porque ambos están predispuestos en un camino donde no tienen la opción de “hacer el bien”. Ya han quedado marcados por las divinidades en contra de su voluntad. Cassandra en la lengua y Caín en la frente. Ambas marcas están relacionadas con nuestro intelecto. El lenguaje y el pensamiento. Y esto no es lo único que hemos tenido a la hora de batallar sobre quienes somos como colectivo humano. Pero claramente son las dos que dentro de nuestra historia hemos guardado como tesoros intrínsecos a lo que nos hace ser esto que estamos siendo actualmente: la humanidad.

Cassandra de Troya
Cassandra de Troya

Como materialidad humana continuamos sin comprender absolutamente nada.

Pero todo el tiempo nos dedicamos a cuestionar lo que nos rodea, lo que nos toca, porque es así como la filosofía se ha manejado desde el comienzo. Nuestro pensamiento nace y nos dicen que debemos dudar de su verificabilidad. Debemos poner a prueba. Testear los posibles desenlaces de todo lo que hacemos. Así nos restringimos en ser “civilizados”. Sin realmente darnos la opción de pensar sin pensar: a esto me refiero a comportarnos interviniendo cada segundo que nos toca. Porque vivir en la duda nos pone frente al traspaso pasado-futuro, porque estamos viendo lo que hemos hecho en el pasado, las causas, de las consecuencias que podemos vislumbrar en el futuro.
Mentir está mal, pero ¿y si ni siquiera estamos mintiéndonos? Cassandra no mentía cuando veía el futuro. Los otros oían lo que ella decía como mentira, porque estaba castigada. Caín tal vez tenía celos por su hermano, pero también podemos ver un “preferitismo” de su padre por las ofrendas que le llevaban. Sin poder equilibrar realmente la visión del otro. Por lo tanto, no puedo pensar en un “vivir la realidad sanamente” bajo estas directivas con las que me encuentro en el día a día.

Las herramientas que me quedan es seguir haciendo arte.

Como esto que no sé bien si es o no un manifiesto. Y esperar que mientras haga de mí la escritura del presente en el que vivo, revisándome, reaprendiéndome, todo se va a dar de una manera sana. Si estoy contenta con lo que hago, no tendré necesidad de ponerme mal o enojarme. Pero en la práctica tampoco es tan así. Aun así todo el tiempo me pongo en duda lo que verdaderamente importa de esta realidad que es más inmensa de lo que como ente único e indivisible puedo comprender y asimilar. La única posibilidad para que las herramientas estén en pos de una realidad concreta es vivirla como colectivo. Mostrar el equilibrio que debería ser una humanidad donde todos estén en las mismas condiciones de acceder al conocimiento, pero más específicamente acceder a ver la realidad sin estar sesgados por lo que los discursos múltiples que aparecen en las sociedades actuales (medios de comunicación masiva, marketing, publicidades, etc.).

«las herramientas son: la escritura, la duda, la mentira, el robo, el pensamiento.»

De esta manera, y respondiendo un poco más concretamente la pregunta que hace de título, las herramientas son: la escritura, la duda, la mentira, el robo, el pensamiento. Pero ninguna de estas que aparecieron me parece la llave que posibilitará una convivencia con nosotros mismos y con las comunidades en su conjunto de una forma más pacífica. La realidad no me parece sana en este momento, y no estoy hablando solamente del virus que nos tiene a todos en una nueva etapa mundial, sino que además estamos todos estresados, cuestionándonos nuestros pensamientos y nuestras formas de vivir. Y si no lo hacemos con el espejo, siempre hay alguien más para ponerte en duda. Las publicidades siempre te van a mostrar una vida que no tienes y que no es posible llegar por su condición de ficción.


No sé que es una realidad sana.

Solo sé que los materiales están en ruinas, y que todavía nos queda mucho trabajo por ordenar la fortaleza después de la batalla, para estar preparados. La guerra aún no termina. Pero tenemos nuestro presente y nuestras manos para reciclar y armar comunidades que sí podamos comprender y ver como sanan. Observando y describiendo para qué sirve cada cosa y ver qué se hace con las piezas que tenemos.

Cata Amaire

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Te recomendamos leer el manifiesto que fue el motor creativo de la convocatoria feminista 2021

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